No fue un accidente

¡Sí, por amor! 
Por amor prometí a mi pareja que iba a fabricar un armario para combatir el caos que se había apoderado de nuestro nuevo hogar. Pero pasaron los días, las semanas, los meses y seguía sin tener tiempo para cumplir mi promesa hasta que una mañana, mientras me sentía culpable observando la típica estantería de Kallax de IKEA que mi novia trajo a casa (sí, esa. Esa que todos tenemos en casa, la de los ocho y cuatro huecos desordenados que tapamos con cajas de cartón descuadradas), se me ocurrió la solución:

“voy a crear unas puertas sencillas para instalar en los huecos y así escondemos un poco el desorden mientras empiezo el armario”

Me fui corriendo al taller y me puse a dibujar, casi sin pensar.
Tenía muy claro que no quería arreglar el mundo. Sólo encontrar una solución para ganar tiempo. Algo rápido, sencillo, funcional. Que se pudiera poner y quitar con mucha facilidad y sobre todo, que le diera un toque personal y más atractivo al minimalismo del famoso mueble sueco.

Y así, mientras cortaba formas, probaba materiales y trataba de ser fiel a los tres principios que me habían llevado hasta esa idea (fácil, rápido y sencillo), encontré algo más que una solución al desorden.
Una vez instaladas en casa y con mi novia "media contenta", pasó lo inesperado...

“Qué guapas las puertas de IKEA” decía la gente cuando venían a casa.
“No, son de Yeray”, respondía mi novia.
“Yo los compraría” dijo algún visionario...

Meses después acabé terminando aquel mueble. Y también, terminó mi relación…
Pero eso ya es otra historia.

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